Los colectiveros de Flores dicen que entre los miles de boletos que venden hay uno - sólo uno - cuya cifra expresa el misterio del Universo. Quién conozca esta cifra será sabio.
No se sabe si el boleto ha sido vendido ya o si todavía permanece oculto en las herméticas máquinas que se usan para despacharlos.
Es posible que en este momento algún pasajero ya conozca el secreto del Cosmos. También puede haber ocurrido que la persona favorecida haya tirado el boleto sin consultar la cifra, o que la haya visto sin saber interpretarla.
En la Avenida Rivadavia hablan de un boleto rojo, que es el boleto del amor. Quien lo obtenga conseguirá la adoración de todo el mundo, o al menos la de sus compañeros de viaje. Se menciona también un boleto verde que condena a su poseedor a viajar eternamente, sin bajarse jamás del colectivo.
En la línea 86 venden el boleto de la muerte, pero se niegan a indicar cuál es su color y su número, para evitar discusiones con los usuarios. En general, puede afirmarse que todos los boletos influyen de algún modo en nuestra vida.
Los inspectores son - ante todo - funcionarios del destino que impiden gambetear a la suerte.
(Importado de Crónicas del Angel Gris)
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