20110710

XXXIV

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en este instante empieza a cerrarse sobra la culata de una pistola.

"Las líneas de la mano", extraído completamente de "Historias de Cronopios y Famas"

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Se pusieron en marcha a lo largo de la trinchera menos profunda, abierta tras la cresta de la colina, y Andrés sentía que le llegaba en la oscuridad el olor de los excrementos depositados por los defensores de la colina en torno a los helechos de la cuesta. No le gustaban aquellos hombre, que eran como niños peligrosos: sucios, groseros, indisciplinados, buenos, cariñosos, tontos e ignorantes, aunque peligrosos siempre porque estaban armados. Él, Andrés, no tenía opinines políticas, salvo que estaba con la República. Había oído hablar a veces a aquellas gentes y encontraba que lo que decían solía ser muy bonito,pero ellos no le gustaban. La libertad no consiste en no enterrar los excrementos que se hacen, pensó. No hay animal mas libre que el gato; pero entierra sus excrementos. El gato es el mejor anarquista. Mientras no aprendan a comportarse como el gato, no podré estimarlos.

Importado de "Por quién doblan las campanas"

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-Eres un viejo que va a buscarse un disgusto por hablar demasiado.
-Soy un viejo que no tiene miedo a nadie (...)
-Eres un viejo que no va a vivir mucho tiempo.
-Soy un viejo que vivirá hasta que se muera.

Importado de "Por quién doblan las campanas"