—Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la
resurrección de la Rosa.
Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
—Eres crédulo —dijo—. ¿Dices que soy capaz de destruirla?
—Nadie es incapaz de destruirla —dijo el discípulo.
—Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada?
¿Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna
de hierba?
—No estamos en el Paraíso— habló tercamente el muchacho— aquí, bajo la luna,
todo es mortal.
Paracelso se había puesto de pie e inquirió:
—¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no
sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el
Paraíso?
Importado de "La Rosa de Paracelso"
20180811
Suscribirse a:
Entradas (Atom)