20100428

XV

Más allá de los 50 años empezamos a morirnos poco a poco en otras muertes.

[Extraído de Burla Burlando ya van seis delante, cuento de Un Tal Lucas]

20100421

00010110

Los colectiveros de Flores dicen que entre los miles de boletos que venden hay uno - sólo uno - cuya cifra expresa el misterio del Universo. Quién conozca esta cifra será sabio.
No se sabe si el boleto ha sido vendido ya o si todavía permanece oculto en las herméticas máquinas que se usan para despacharlos.
Es posible que en este momento algún pasajero ya conozca el secreto del Cosmos. También puede haber ocurrido que la persona favorecida haya tirado el boleto sin consultar la cifra, o que la haya visto sin saber interpretarla.
En la Avenida Rivadavia hablan de un boleto rojo, que es el boleto del amor. Quien lo obtenga conseguirá la adoración de todo el mundo, o al menos la de sus compañeros de viaje. Se menciona también un boleto verde que condena a su poseedor a viajar eternamente, sin bajarse jamás del colectivo.
En la línea 86 venden el boleto de la muerte, pero se niegan a indicar cuál es su color y su número, para evitar discusiones con los usuarios. En general, puede afirmarse que todos los boletos influyen de algún modo en nuestra vida.
Los inspectores son - ante todo - funcionarios del destino que impiden gambetear a la suerte.

(Importado de Crónicas del Angel Gris)

20100417

XIV

Ser una hidra es fácil pero matarla no, porque si bien hay que matar a la hidra cortándole sus numerosas cabezas (de siete a nueve según los autores o bestiarios consultables), es preciso dejarle por lo menos una, puesto que la hidra es el mismo Lucas y lo que él quisiera es salir de la hidra pero quedarse en Lucas, pasar de lo poli a lo unicéfalo. [...] Por ejemplo, le das un tajo a la cabeza que colecciona discos, y le das otro en la que invariablemente pone la pipa del lado izquierdo del escritorio y el vaso con los lápices de fieltro a la derecha y un poquito atrás. [...] Pero es muy difícil matar a la hidra y volver a Lucas, él lo siente ya en mitad de la cruenta batalla. Para empezar, la está describiendo en una hoja de papel que sacó del segundo cajón de la derecha del escritorio, cuando en realidad hay papel a la vista por todos lados, pero no señor, el ritual es ése y no hablemos de la lámpara extensible italiana cuatro posiciones cien vatios colocada cual grúa sobre obra en construcción y delicadísimamente equilibrada para que el haz de luz etcétera. Tajo fulgurante a esa cabeza escriba egipcio sentado. Una menos, uf. Lucas está acercándose a sí mismo, la cosa empieza a pintar bien.

[Extraído de "Un tal Lucas"]

20100410

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Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que se encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.

(Importado de Historias de cronopios y de famas)

20100409

XIII

El hombre salió de un puñado de barro y agua. ¿Por qué una mujer no habría de estar hecha de rocío, vapores terrestres y rayos de luz, de los condensados residuos de un arcoiris? ¿Dónde reside lo posible...? ¿Dónde lo imposible?

[extraído de El Diablo Enamorado]

20100405

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La dialéctica erística es el arte de disputar, y precisamente el arte de disputar de modo que uno tenga razón, y ello por medios lícitos e ilícitos. De hecho, se puede tener objetivamente razón en la cosa misma, pero no tenerla ante los ojos de los presentes e, incluso, ni ante los propios ojos. (...) La verdad objetiva de una proposición y la validez de la misma en la aprobación de los contendientes y oyentes son dos cosas distintas.
¿De dónde deriva esto? De la maldad natural del género humano. Si esta no existiera, si en nuestro fondo fuésemos honrados, en todo debate intentaríamos que la verdad saliera a la luz, sin preocuparnos de si, de hehco, esta resulta conforme a la opinión que sostuvimos en un principio o a la del otro.(...) Nuestra congénita vanidad, especialmente susceptible en todo lo referente a la capacidad intelectual, no quiere aceptar que lo que en primer momento sostuvimos como verdadero aparezca falso. (...) Cada uno debiera preocuparse únicamente de formular juicios justos. Y, para ello, debería primero pensar y despues hablar. Pero en la mayoría de las personas, a la innata vanidad se une la incontinencia verbal y una innata falta de probidad. (...) El interés por la verdad, cede paso ahora al interés por la vanidad.

Importado de "El arte de tener razón"