20100405

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La dialéctica erística es el arte de disputar, y precisamente el arte de disputar de modo que uno tenga razón, y ello por medios lícitos e ilícitos. De hecho, se puede tener objetivamente razón en la cosa misma, pero no tenerla ante los ojos de los presentes e, incluso, ni ante los propios ojos. (...) La verdad objetiva de una proposición y la validez de la misma en la aprobación de los contendientes y oyentes son dos cosas distintas.
¿De dónde deriva esto? De la maldad natural del género humano. Si esta no existiera, si en nuestro fondo fuésemos honrados, en todo debate intentaríamos que la verdad saliera a la luz, sin preocuparnos de si, de hehco, esta resulta conforme a la opinión que sostuvimos en un principio o a la del otro.(...) Nuestra congénita vanidad, especialmente susceptible en todo lo referente a la capacidad intelectual, no quiere aceptar que lo que en primer momento sostuvimos como verdadero aparezca falso. (...) Cada uno debiera preocuparse únicamente de formular juicios justos. Y, para ello, debería primero pensar y despues hablar. Pero en la mayoría de las personas, a la innata vanidad se une la incontinencia verbal y una innata falta de probidad. (...) El interés por la verdad, cede paso ahora al interés por la vanidad.

Importado de "El arte de tener razón"

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