20110627

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Mientras el doctor Leggo callaba y miraba por la ventana, dejé que mi imaginación le adjudicara una historia: se había jurado no ser jamás tan frío como su padre, y sin embargo, al igual que Jo, el doctor Leggo se había convertido en una víctima del éxito, había ascendido por la pirámide a lametones y había llegado a ser tan frío que su hijo debía seguir un tratamiento psicológico para resolver el conflicto entre su aversión hacia su frío padre y el anhelo de que su frío padre fuera tan cálido y amoroso como el padre de su padre, es decir, su abuelo. El doctor Leggo se había pasado la vida viviendo para ese momento electrizante de la Medicina en que un concepto ahuyenta el hedor de una enfermedad, y en que tal concepto es recibido con un encendido aplauso, cuando su frío padre no le había aplaudido nunca. El doctor Leggo estaba empeñado en producir tales momentos electrizantes de la Medicina. Pensaba que si lograba ser una especie de generador de Van der Graaf de la Casa de Dios, podría conseguir que sus chicos lo amaran.

Importado de "La Casa de Dios"

20110625

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-El doctor Sanders ha muerto -dije, sentándome.
-Que lástima. ¿Conseguiste la autopsia? -preguntó Jo.
-¿Qué?
-He dicho que si conseguiste su autorización para la autopsia.
Tuve una visión de mí mismo levantando del suelo por sus delgados hombros a aquella pequeña mujer prodigio, sacudiéndola hasta que su cerebro golpeara contra las paredes del cráneo y su propietaria fuera presa de convulsiones, dándole rodillazos en el abdomen hasta destrozarle los ovarios y hacer que no pudiera generar óvulo alguno, y llevándola hasta la ventana de la planta sexta y arrojándola a la calle para que se estrellara contra el suelo y tuviera que ser recogida por ruidosas y potentes máquinas aspiradoras y se convirtiera en una bolsa de materia pringosa que acabara en el depósito de cadáveres para ser manupulada por el residente israelí de Patología de Hooper el Hiperactivo. Pero Jo era un ser digno de lástima, y me limité a apretar los dientes y a decir:
-No
(...)

Importado de "La Casa de Dios"

20110624

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Hablando de Medicina, le conté con amargura lo de mi creciente escepticismo en cuanto a lo que estaba en nuestra mano hacer, y él dijo:
-No, no curamos. Yo tampoco me lo llegué a creer nunca. Y yo también pasé por ese mismo escepticismo... Todos esos estudios, y luego toda esa impotencia. Y sin embargo, a pesar de todas nuestras dudas, podemos ofrecer algo. No la curación. Lo que nos sostiene es el descubrimiento de un modo de ejercer la compasión, el amor. Y nuestro acto mas amoroso es estar con el paciente, como está usted ahora conmigo.

Importado de "La Casa de Dios"

20110623

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...pero instantes después caí en la cuenta con espanto de que no había aprendido en absoluto a salvar a las personas: ni al doctor Sanders ni a Lazaro ni a Jimmy ni a Saul ni a Anna O..., y de que lo que en realidad me estaba resultando apasionante era aprender cómo se salva uno a sí mismo.

Importado de "La Casa de Dios"

20110622

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La gente que veía se me antojaba extraña, como víctima de una enfermedad que yo debería saber diagnosticar. Nadie tenía derecho a estar sano, porque mi mundo era exclusivamente el de la enfermedad. E incluso las mujeres sin sostén, con el sudor colmándoles la hendidura entre los pechos, con los pezones erizados ante la expectativa de una noche estival llena de sensualidad y lujuria, con el erotismo exacerbado por los aromas de las flores de julio y sus propios cuerpos encendidos, no eran tanto objeto de deseo como especímenes anatómicos. Enfermedades de las mamas. Me puse a canturrear nada menos que una bossa-nova: <<Échale la culpa al carcinoma..., hey, hey, hey...>>

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20110605

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La vida es como un pene:
cuando blanda, de poco vale;
cuando dura, para darte por el culo.

El Gordo

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