20110625

01010011

-El doctor Sanders ha muerto -dije, sentándome.
-Que lástima. ¿Conseguiste la autopsia? -preguntó Jo.
-¿Qué?
-He dicho que si conseguiste su autorización para la autopsia.
Tuve una visión de mí mismo levantando del suelo por sus delgados hombros a aquella pequeña mujer prodigio, sacudiéndola hasta que su cerebro golpeara contra las paredes del cráneo y su propietaria fuera presa de convulsiones, dándole rodillazos en el abdomen hasta destrozarle los ovarios y hacer que no pudiera generar óvulo alguno, y llevándola hasta la ventana de la planta sexta y arrojándola a la calle para que se estrellara contra el suelo y tuviera que ser recogida por ruidosas y potentes máquinas aspiradoras y se convirtiera en una bolsa de materia pringosa que acabara en el depósito de cadáveres para ser manupulada por el residente israelí de Patología de Hooper el Hiperactivo. Pero Jo era un ser digno de lástima, y me limité a apretar los dientes y a decir:
-No
(...)

Importado de "La Casa de Dios"

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