20111010

01101011

Si en el mundo no hubiera más que rebeldes, no podría marchar; tórnase imposible la rebeldía si faltara contra quién rebelarse. Y, sin los innovadores, ¿quién empujaría el carro de la vida sobre el que van aquéllos tan satisfechos? En vez de combatirse, ambas partes debieran entender que ninguna tendría motivo de existir como la otra no existiese. El conservador sagaz puede bendecir al revolucionario, tanto como éste a él. He aquí una nueva base para la tolerancia: cada hombre necesita de su enemigo.

Importado de "El hombre mediocre"

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