-Stella, corazón -dijo Andrés-. Estamos a salvo de la nada.
-¿De la nada?
-Sí, Stella. A salvo, y no lo sabíamos. Yo no lo sabía bien y ahora empiezo a vivirlo. A salvo, a salvo. Stella, la nada es para los demás. Para ese que está muerto en una librería. Para ése, que ya no la puede negar. Pero tampoco es la nada puesto que él ya no es. Irrenunciablemente no somos la nada, no tenemos que ver con ella. No se mezcla con nosotros. Cuando cedemos como lo que somos, entonces ella avanza, pero no es nosotros. Inútil buscar palabras. Si dejamos de cantar parece que el silencio cae sobre la música, pero es mentira, Stella. Tampoco hay silencio. Solamente hay o no hay música No aceptes nunca la idea del silencio.
Importado de El Examen
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