20130220
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Porque es precisamente así como se componen las vidas humanas.
Se componen como una pieza de música. El hombre, llevado por su sentido de la belleza,
convierte un acontecimiento casual (la música de Beethoven, una muerte en la estación) en un motivo
que pasa ya a formar parte de la composición de su vida. Regresa a él, lo repite, lo varía, lo desarrolla
como el compositor el tema de su sonata. Ana se hubiera podido quitar la vida de otro modo. Pero el
motivo de la estación y la muerte, ese motivo inolvidable unido al nacimiento del amor, la atraía con su
oscura belleza en el momento de la desesperación. Sin saberlo, el hombre compone su vida de acuerdo
con las leyes de la belleza aun en los momentos de más profunda desesperación.
Por eso no es posible echarle en cara a la novela que esté fascinada por los secretos encuentros
de las casualidades (...), pero es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su
vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar así que su vida pierda la dimensión de la
belleza.
Importado de "La insoportable levedad del ser"
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