20151007

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En esa época yo lo odiaba bastante al pobre, pero con el tiempo se me fue pasando. Ahora ya corrió mucha agua por abajo del puente...Y para serles sincera no es que haya dejado de odiarlo, pero la costumbre, la dejadez y eso de tener que ver al otro todos los días (que pasame la sal, que no me quites la sábama que ojo que el mate está muy caliente) hacen que una se vaya olvidando de odiar...Olvidarse de odiar no es bueno; no es lo mismo que perdonar. Dios te levanta la multa cuando perdonás, pero cuando te olvidás de odiar te castiga doble: primero por haber odiado (que se llama la Ira) y después por haberte olvidado (que se llama la Pereza). Así que ni siquiera ganás puntos, dijera el Caio.

Importado de "Más respeto que soy tu madre"

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