El hombre está condenado a sentir y a callarse o, si quiere hablar, a hacerlo indefinidamente dado que siempre debe rectificar en mayor o menor medida lo que acaba de decir [...] porque ante cualquier cosa que uno diga acerca de lo que sea, deberá anticiparse y agregar: esto no es aquello; y como la rectificación no es mas plena que la primera afirmación, se tiene en ese flujo y reflujo un medio perpetuo de improvisación.
Importado de "El maestro ignorante"
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