20141006

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Tomando bocadillos en los bares los sábados a la hora de comer, es como los británicos intentan expiar sus pecados nacionales, cualesquiera que sean.
No tienen nada claro qué clase de pecados son, y tampoco quieren saberlo. Ese es el tipo de cosas que uno no quiere saber. Pero sean los que sean, quedan ampliamente purgados por los bocadillos que se obligan a comer.
Si algo hay pedir que los bocadillos, son las salchichas que siempre se encuentran a su lado. Cilindros sin alegría, llenos de cartílagos, que flotan en un mar de algo caliente y triste, con un alfiler de plástico en forma de gorro de jefe de cocina: en recuerdo, podría pensarse, de algún cocinero que odiaba al mundo y murió olvidado y solo entre sus gatos en una escalera de servicio en Stepney.
Las salchichas son para quienes saben cuáles son sus pecados desean expiar alguno en concreto.

Importado de "Hasta luego, y gracias por el pescado"

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