20150227

11110100

- Ya sé que la astrología no es una ciencia - prosiguió Gail -. Claro que no. No es más que un conjunto arbitrario de normas como el ajedrez, el tenis o ¿cómo se llama ese extraño juego que practican ustedes en Gran Bretaña?

 - Humm... ¿El críquet? ¿El desprecio de sí mismo?

- La democracia parlamentaria. Las normas por las que se rige, más o menos. No tienen sentido alguno salvo por sí mismas. Pero cuando esas normas se aplican, se desencadena toda clase de procesos y se empieza a descubrir toda clase de cosas sobre la gente. Resulta que en la astrología las normas se aplican a los astros y los planetas, pero las consecuencias serían las mismas si se refiriesen a los patos y los ánades. No es más que una forma de meditar que permite poner al descubierto la estructura de un problema. Cuanto más normas haya, cuanto más reducidas y arbitrarias sean, mejor. Es como arrojar un puñado de polvo de grafito sobre un papel para ver dónde están las marcas del lápiz. Permite ver las palabras escritas en el papel que estaba encima. El grafito no tiene importancia. Sólo es el medio de revelar las marcas. Así que ya ve, la astrología no tiene nada que ver con la astronomía. Sólo con personas que meditan sobre otras personas.

Importado de "Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva" 

20150226

11110011

Cine. ¡Ah!, otra vez. Tricia acababa de ver la última película de Woody Allen, que trataba de la angustia de ser neurótico en Nueva York. Ya había hecho un par de ellas que exploraban el mismo tema y Tricia se preguntaba si alguna vez se le había ocurrido marcharse a vivir a otro sitio, pero le dijeron que era totalmente contrario a la idea. Así que, más películas, pensó ella.

Importado de "Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva" 

20150225

11110010

  Una de las cosas extraordinarias de la vida es la clase de sitios donde está
dispuesta a prosperar. En cualquier lugar donde pueda encontrar cierta especie
de asidero. Ya sea en los embriagadores mares de Santraginus V, donde
parece que a los peces les importa un bledo saber en qué dirección nadan, o
en las tormentas de fuego de Frastra, donde, según dicen, la vida empieza a
los 40.000 grados, o bien ahondando en el intestino delgado de una rata
simplemente por puro placer, la vida siempre encuentra un medio de aferrarse
a alguna parte.

  Y existirá vida incluso en Nueva York, aunque es difícil saber por qué. En
invierno la temperatura cae bastante por debajo del mínimo legal o, mejor
dicho, así sería si alguien tuviera el sentido común de establecer un mínimo
legal. La última vez que elaboraron una lista de las cien cualidades más
destacadas del carácter de los neoyorquinos, el sentido común ocupaba el
puesto setenta y nueve.
  En verano hace demasiado calor. Una cosa es pertenecer a una forma de
vida que prospera con el calor y considera, como los frastrianos, que una
fluctuación entre 40.000 y 40.004 representa una temperatura estable, y otra
muy distinta ser la especie de animal que tiene que envolverse en montones de
otros animales en un punto de su órbita planetario, para luego encontrarse,
media órbita después, con que la piel se le está llenando de ampollas.
  La primavera está sobrevalorada. Muchos habitantes de Nueva York
parlotean exageradamente sobre los placeres de la primavera, pero si
conocieran realmente los mínimos placeres de esa estación sabrían por lo
menos de cinco mil novecientos ochenta y tres sitios mejores que Nueva York
para pasar la primavera, y sólo en la misma latitud.
  El otoño, sin embargo, es lo peor. Pocas cosas son peores que el otoño en
Nueva York. Algunas de las formas de vida que habitan en los intestinos
delgados de las ratas no estarían de acuerdo, pero como en cualquier caso la
mayoría de las cosas que viven en el intestino delgado de las ratas son
desagradables, su opinión puede y debe descontarse. En otoño, en Nueva
York el aire huele a fritanga de cabra, y si se es muy aficionado a respirar, lo
mejor es abrir una ventana y meter la cabeza dentro de un edificio.

Importado de "Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva"

11110001

  La historia de la Galaxia se ha vuelto un poco confusa por una serie de motivos. En parte porque los que intentan seguirle la pista andan un poco perplejos, pero también porque de todos modos han ocurrido cosas muy desconcertantes.
  Una de las complicaciones se refiere a la velocidad de la luz y a los consiguientes obstáculos para rebasarla. Es imposible. Nada viaja más deprisa que la velocidad de la luz con la posible excepción de las malas noticias, que obedecen a leyes propias particulares. Los habitantes de Hingefreel, de Arkintoofle Menor, trataron de construir naves impulsadas por malas noticias, pero no les salió muy bien y, cuando llegaban a algún sitio done realmente no tenían nada que hacer, solían dispensarles un recibimiento de lo más desagradable.

Importado de "Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva"