- Ya sé que la astrología no es una ciencia - prosiguió Gail -. Claro que no.
No es más que un conjunto arbitrario de normas como el ajedrez, el tenis o
¿cómo se llama ese extraño juego que practican ustedes en Gran Bretaña?
- Humm... ¿El críquet? ¿El desprecio de sí mismo?
- La democracia parlamentaria. Las normas por las que se rige, más o
menos. No tienen sentido alguno salvo por sí mismas. Pero cuando esas
normas se aplican, se desencadena toda clase de procesos y se empieza a
descubrir toda clase de cosas sobre la gente. Resulta que en la astrología las
normas se aplican a los astros y los planetas, pero las consecuencias serían
las mismas si se refiriesen a los patos y los ánades. No es más que una forma
de meditar que permite poner al descubierto la estructura de un problema.
Cuanto más normas haya, cuanto más reducidas y arbitrarias sean, mejor. Es
como arrojar un puñado de polvo de grafito sobre un papel para ver dónde
están las marcas del lápiz. Permite ver las palabras escritas en el papel que
estaba encima. El grafito no tiene importancia. Sólo es el medio de revelar las
marcas. Así que ya ve, la astrología no tiene nada que ver con la astronomía.
Sólo con personas que meditan sobre otras personas.
Importado de "Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva"
20150227
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