Pronto llegaría a casa. Tylla estaría esperándolo con su hijo, y durante un tiempo podrían sentarse a orillas del canal a leer los viejos y hermosos libros, a saborear un vino suave y raro... Y hablarían y vivirían en paz hasta que los tubos de neón cayeran sobre ellos.
Y quizá pudieran irse entonces a las montañas azules y ocultarse allí un año o dos, hasta que llegasen los turistas a sacar sus instantáneas y decir qué bonito era todo.
Importado de "La mezcladora de cemento", en "El Hombre Ilustrado"
20120530
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