El aire estaba lleno de fantasmas que deambulaban de un lado a otro y que gemían a medida que avanzaban. Al igual que el fantasma de Marley, todos llevaban cadenas; unos pocos-quizás, el gabinete de algún mal gobierno- estaban encadenados juntos; ninguno era libre. A muchos, Scrooge los había conocido personalmente cuando estaban vivos. En especial, había tenido bastante trato con un viejo fantasma de chaleco blanco, con una enorme caja de caudales encadenada al tobillo, que lloraba de pena por no poder ayudar a una infeliz mujer con un niño que veía abajo, sentada en el escalón de una puerta. Estaba claro que la desgracia de todos consistía en que deseaban intervenir para bien en las vidas de los hombres y habían perdido, para siempre, la capacidad de hacerlo.
Importado de "Una canción de Navidad"
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