20140927

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- ¿Y le piden que tome decisiones por ellos? - prosiguió Zarniwoop -. ¿Acerca
de la vida de la gente, de los mundos, de economía, de guerras, de todo lo que
pasa ahí fuera, en el Universo?
- ¿Ahí fuera? - dijo el hombre -. ¿Ahí fuera, dónde?
- ¡Ahí fuera! - exclamó Zarniwoop, señalando a la puerta.
- ¿Cómo puedes saber si hay algo ahí fuera? - dijo cortésmente el hombre -. La
puerta está cerrada.
La lluvia seguía golpeteando el techo. Dentro de la cabaña hacía calor.
- ¡Pero usted sabe que ahí fuera hay todo un Universo! - gritó Zarniwoop -. ¡No
puede eludir sus responsabilidades diciendo que no existen!
El soberano del Universo reflexionó durante largo rato mientras Zarniwoop
temblaba de ira.
- Estás muy seguro de tus hechos - dijo al fin el habitante de la cabaña -. Yo no
podría confiar en el razonamiento de un hombre que da por sentada la
existencia del Universo.
Zarniwoop siguió temblando, pero guardó silencio.
- Yo sólo tomo decisiones respecto a mi universo - prosiguió el hombre en voz
baja -. Mi universo son mis ojos y mis oídos. Todo lo demás son rumores.
- Pero ¿no cree usted en nada?
El amo del mundo se encogió de hombros y tomó en brazos al gato.
- No entiendo lo que quieres decir - manifestó.
- ¿No comprende que lo que usted decide en esta cabaña suya afecta a la vida
y al destino de millones de seres? ¡Esto es una injusticia monstruosa!
- No sé. Nunca he visto a toda esa gente de que hablas. Y sospecho que tú
tampoco. Sólo tienen existencia en las palabras que oímos. Es absurdo decir
que se sabe lo que le ocurre a otras personas. Sólo ellas lo saben, si es que
existen. Tienen sus propios universos en sus ojos y oídos.
- Creo que voy a salir un poco - dijo Trillian. Salió y empezó a pasear bajo la
lluvia.
- ¿Cree usted que existen otros seres? - insistió Zarniwoop.
- Yo no tengo opinión. ¿Cómo podría saberlo?
- Será mejor que vaya a ver lo que le pasa a Trillian - dijo Zaphod, y salió
rápidamente.

Una vez afuera, dijo a la muchacha:
- Creo que el Universo está en muy buenas manos, ¿eh?
- Estupendas - convino Trillian. Fueron caminando bajo la lluvia.

Dentro, Zarniwoop siguió hablando:
- Pero ¿no comprende que la gente vive o muere por una palabra suya?
(...)
- Eso no tiene nada que ver conmigo - afirmó. - No sé nada de la gente. El
Señor sabe que no soy un hombre cruel.
- ¡Ah! - gritó Zarniwoop -. Ha dicho «El Señor». ¡Cree en algo!
- Es mi gato - dijo el hombre afablemente, cogiendo al animal y acariciándolo -.
Le llamo El Señor. Soy cariñoso con él.
- Muy bien - dijo Zarniwoop, insistiendo en su punto de vista -. ¿Cómo sabe que
existe el gato? ¿Cómo sabe que él sabe que es usted cariñoso, o que le gusta
lo que él entienda por su cariño?
- No lo sé - dijo el hombre sonriendo -. No tengo idea. Sólo que me gusta
comportarme de una manera determinada con lo que parece ser un gato. ¿Te
comportas tú de otro modo? Por favor, me parece que estoy cansado.

Importado de "El Restaurante del Fin del Mundo"

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